Sinister (2012): el hogar convertido en pesadilla
Desde su austero arranque, la película de Scott Derrickson se construye como un ejercicio de claustrofobia sostenida. El hogar al que se traslada la familia Oswalt —la vieja casa en la que sucedió una masacre familiar— ya no es refugio sino trampa. Fotografiada con tonos apagados y encuadres que sugieren que los muros tienen oídos, la casa aparece como un organismo hostil. Derrickson utiliza el formato del “metraje encontrado” —esas cintas de Súper 8 que el protagonista encuentra en el ático— para ampliar la atmósfera de amenaza: no se ve solo lo que sucede en la casa, se ve lo que ya ha sucedido, lo que late bajo el suelo, lo que está al borde de volver a estallar. Según un estudio denominado “Science of Scare Project”, esta película alcanzó un aumento promedio de la frecuencia cardíaca del 32% y obtuvo lo que llaman “Scare Score” de 96 sobre 100, siendo denominada “la película más aterradora jamás realizada” según esa métrica. No obstante, Derrickson no se aferra únicamente al su...